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Saturno devorando a un hijo por Francisco de Goya y Lucientes

Con motivo de la próxima visita al Museo del prado en Madrid, y puesto que nos han pedido que hagamos una elección de un cuadro que se encuentre en la colección del museo, me dispongo a compartir el texto que he realizado:

Francisco de Goya y Lucientes nació en Fuentetodos, Zaragoza, el 30 de marzo de 1746 y murió el 15 de abril de 1828 en la ciudad de Burdeos, Francia. En su obra aparecen pinturas de caballete y mural, así como, de grabado y dibujo, las cuáles abarcan desde el barroco al neoclasicismo  y comienzos del impresionismo. De madre descendiente de la hidalguía Aragonesa y de padre artesano y maestro dorador, que marcaría su formación. Estudió en las escuelas Pías de Zaragoza, a los 14 años comenzó su formación artística como aprendiz en el taller de José Luzán, pintor local. Años después en 1763 viajó a Madrid, allí conoció a Francisco Bayeu, pintor de la corte y futuro cuñado, este tuvo una gran influencia en la formación de Goya, propiciando que participara en la ejecución de los frescos de la Iglesia de la Virgen del Pilar y ayudando a que más tarde se instalara en la corte. En 1771 viaja a Italia donde consigue una mención de la Academia de Parma, más tarde en su regreso a España, presenta varios proyectos para la realización de frescos en cartujas e iglesias, siendo destacable la obra de la Iglesia de San Antonio de la Florida en Madrid hacia el 1798, fecha en la que comienza a realizar grabados inspirados en la obra de Velázquez y Rembrandt de los que tomaría referencia durante el resto de su carrera.

Tras diez años como pintor de cámara fue nombrado pintor oficial de Palacio por Carlos IV, este hecho favoreció que el Museo del Prado heredara parte importante de sus obras, entre los cuales se incluyen retratos oficiales y representaciones históricas basadas en sus experiencias personales en la guerra que emanan una denuncia sobre la crueldad humana.

En el invierno de 1792, contrajo una enfermedad que le produjo la pérdida total de la audición y junto a los horrores vividos en la guerra durante la ocupación napoleónica produjeron una desviación en su expresión artística. Este periodo abarca desde 1808 hasta el final de su vida y en el cual destacan pinturas como: “El dos de mayo de 1808, la lucha contra los mamelucos” y “El tres de mayo de 1808, los fusilamientos en la montaña de Príncipe Pío”, en las que se aprecian pinceladas de grueso empaste y tonalidades oscuras y puntos de amarillo y rojo brillante, Carlos IV con su familia, y las pinturas negras.

Tras exiliarse a Francia en 1824, trabajó la litografía de las cual plasmó representaciones de escenas taurinas consideradas de las mejores que se han realizado. Murió en 1828 sin dejar un heredero artístico inmediato, pero creando una gran influencia en los grabados, en la pintura de mediados del siglo XIX, en el arte del siglo XX y en artistas de la talla de Edouard Manet o Pablo Picasso.

Fecha: “Saturno devorando a un hijo” fue pintado entre los años 1820 y 1823, en la quinta del sordo, finca que adquirió Goya años antes de su exilio a Francia, la cual recibe este nombre del anterior propietario. Todas las pinturas de la casa (en la que Goya apenas habitó, pues en 1823, al marchar a Francia, la regaló a su hijo) fueron adquiridas en 1873 por el barón belga Émile d’Erlanger, que las hizo pasar de revoco a lienzo por manos de Salvador Martínez Cubells y, que tras no encontrar compradores en el mercado del arte, las regaló al Museo del Prado en 1881.

Contexto: Fue pintado en una época en la que Francisco de Goya atravesaba una etapa depresiva causada por la guerra de la independencia y la sordera, entrando en un conflicto interno, esta obra que incluida en la serie de “pinturas negras” y de todas estas visiones atormentadoras quizá sea la más terrible. Esta pintura representa al dios Chronos de la mitología griega, Saturno en la Romana, dotado con el poder de controlar el tiempo, el cual devora a uno de sus hijos por miedo a ser destronado. Esta obra alegórica vista desde un análisis psicológico apunta en dirección al miedo de las últimas etapas de la vida, por lo cual, “Saturno” intenta recuperar la juventud alimentándose de la de su hijo. Goya anciano, atormentado por su visión desolada del mundo, sintió con dolorosa intensidad el absurdo paso del tiempo que le abocaba a la muerte.  Una pintura en la que dominan los tonos oscuros  y que está dotada de una gran violencia, en la que el estado anímico del autor es el gran protagonista.

Estilo: Este lienzo de estilo pre-romántico, es uno de los puntos de partida del expresionismo moderno.

El fondo negro muestra la ausencia de luz y junto a la expresión de la figura forman una sensación perturbadora. Se muestra lo feo, lo terrible; ya no es la belleza el objeto del arte, sino el pathos y una cierta consciencia de mostrar todos los aspectos de la vida humana sin descartar los más desagradables. La gama de colores empleada se reduce a ocres, dorados, grises y negros.

Escuela: Acudió a la Escuela de dibujo de José Ramírez. Con doce años aparece documentado en el taller de José Luzán, el cuál, le introdujo en el estilo decadente de finales del Barroco. En este taller conoció a los hermanos Bayeu, muy importantes para su carrera profesional. Goya deseaba aprender en la Corte y se traslada a Madrid. Participa en el concurso de becas destinadas a viajar a Italia que otorgaba la Academia de San Fernando, sin obtener ninguna. En la capital de España se instalará en el taller de Francisco Bayeu, cuyas relaciones con Antón Rafael Mengs, maestro del neoclasicismo, eran excelentes. Bayeu mostrará a Goya las luces, los brillos y el abocetado de la pintura. Durante cinco años permaneció en el taller, siguió concursando regularmente  sin conseguir resultados. Así, decidió ir a Italia por su cuenta; en 1771 en Parma, se presenta a un concurso en el que obtendrá el segundo premio.

La decisión de decantarme por la elección de esta pintura se debe a la agresión visual que me produjo la primera vez que pude observarla, produciéndome una sobrecogedora sensación de soledad, incomprensión, crueldad y violencia, sin duda producidos por la macabra expresión enajenada  y por la retorcida postura de Saturno, el cuerpo mutilado de su hijo, el encuadre de las figuras y los oscuros tonos del lienzo.